Si pensara en un libro que podría recomendarle a cualquier persona que lea este blog, a pesar de su nivel de conocimientos, y del que aprenda algo, sin duda escogería “La Psicología del Dinero” de Morgan Housel.
Sinceramente creo que es una lectura de fin de semana que si te la tomas en serio te hará reflexionar sobre muchos temas no solo sobre el dinero, sino también sobre como inviertes y porque no sobre la vida.
Si Naval Ravikant me cambió la forma de mirar mi día a día el año pasado, no tengo dudas de que leer el blog y los libros de Housel marcarán este.
Nadie escarmienta por cabeza ajena, pero a veces sin saber cómo y porque, leer o escuchar algo, nos funciona como ese motor pequeño que enciende un motor más grande para un cambio.
Podría darte decenas de razones, pero he preferido compartirte las notas más importantes que tomé del libro y que creo que si eres lector habitual de Salud Financiera te harán sentirte más identificado.
25 Lecciones de Morgan Housel sobre el Dinero, Riqueza y Felicidad
El hecho de que te vaya bien en cuestiones de dinero tiene que ver un poco con lo listo que seas y mucho con cómo te comportas.
Y el comportamiento es algo difícil de enseñar, incluso a gente muy inteligente.
Un genio que pierde el control de sus emociones puede ser un desastre financiero.
Para entender por qué la gente se endeuda hasta el cuello, no hace falta estudiar los tipos de interés; hay que estudiar la historia de la codicia, la inseguridad y el optimismo.
Para conseguir que los inversores vendan todas las acciones en el peor momento de un mercado bajista no hace falta estudiar las matemáticas de los beneficios que se prevén en un futuro; hay que pensar en la agonía de mirar a tu familia y preguntarte si tus inversiones están poniendo en peligro su futuro.
El desafío al que nos enfrentamos es que ningún nivel de estudios ni de empatía puede recrear auténticamente el poder del miedo y la incertidumbre.
Estudiar la historia te hace tener la sensación de que entiendes algo. Pero, hasta que no lo has experimentado y has sentido personalmente sus consecuencias, no puedes entenderlo lo suficiente para cambiar tu comportamiento.
Los economistas hallaron que las decisiones de inversión de la gente a lo largo de su vida estaban muy vinculadas a las experiencias que aquellos inversores tuvieron en su propia generación, especialmente a las experiencias que tuvieron en los primeros años de la edad adulta.
Los resultados llevan a pensar que la voluntad de los inversores de asumir riesgos depende de su historia personal.
Vivimos al día y parece que ahorrar está fuera de nuestro alcance.
Nuestras perspectivas de obtener salarios mucho más altos parecen fuera del alcance. No podemos permitirnos unas buenas vacaciones, ni un coche nuevo, ni un seguro médico, ni una casa en un barrio seguro. No podemos llevar a nuestros hijos a la universidad sin endeudarnos hasta el cuello.
Buena parte de las cosas que vosotros, la gente que lee libros de finanzas, o bien ya tenéis, o bien tenéis una gran probabilidad de tener, nosotros no las tenemos. Comprar lotería es el único momento de nuestra vida en el que podemos tener en nuestras manos un sueño tangible de conseguir las cosas buenas que vosotros ya tenéis y dais por sentadas. Nosotros pagamos por un sueño, y vosotros tal vez no lo entendáis porque ya estáis viviendo un sueño. Por eso compramos más lotería que vosotros.
No debería sorprender a nadie que muchos de nosotros seamos malos ahorrando e invirtiendo para la jubilación. No estamos locos. Es que somos novatos.
Si les das a la suerte y al riesgo el respeto que merecen, te das cuenta de que, al juzgar el éxito financiero de la gente —tanto el tuyo como el de los demás—, este nunca es ni tan bueno ni tan malo como parece.
Al juzgar a los demás, atribuir el éxito a la suerte hace que parezcamos celosos y malvados, aunque sepamos que existe.
Y, al juzgarnos a nosotros mismos, atribuir el éxito a la suerte puede ser demasiado desmoralizador para aceptarlo.
El fracaso de los demás suele atribuirse a malas decisiones, mientras que nuestros propios fracasos solemos achacarlos al lado oscuro del riesgo.
Cuidado con a quién ensalzas y admiras.
Cuidado con a quién menosprecias y en quién deseas no convertirte
Algunas personas nacen en familias que las animan a estudiar; otras familias hacen lo contrario.
Algunas nacen en economías prósperas que fomentan el emprendimiento; otras nacen en países en guerra y con pobreza. Yo quiero que tengas éxito, y quiero que te lo ganes. Pero date cuenta de que no todo el éxito se debe al trabajo duro, y no toda la pobreza se debe a la pereza. Recuerda esto cuando juzgues a los demás y cuando te juzgues a ti mismo.
La reputación no tiene precio.
La libertad y la independencia no tienen precio.
La familia y los amigos no tienen precio.
Que te quieran las personas que quieres que te quieran no tiene precio.
La felicidad no tiene precio.
Y lo mejor que puedes hacer para conservar esas cosas es saber cuándo hay que dejar de asumir riesgos que podrían perjudicarlas. Saber cuándo tienes suficiente.
Para ganar un dinero que no tenían y que no necesitaban, arriesgaron lo que sí tenían y necesitaban. Y eso es una locura. Es una verdadera locura. Arriesgar algo que es importante para ti por algo que no lo es no tiene ningún sentido. (Warren Buffett)
No hay motivo alguno para arriesgar lo que tienes y necesitas por algo que no tienes ni necesitas.
La habilidad financiera más difícil es conseguir que la meta deje de moverse.
La felicidad, como suele decirse, no es más que resultados menos expectativas.
Una batalla que nunca se puede ganar, o que la única forma de ganarla es no librarla ya de entrada: aceptar que puedes tener suficiente, incluso si eso es menos de lo que tiene la gente a tu alrededor.
Si algo se acumula, si un pequeño crecimiento sirve como base para el crecimiento futuro, una pequeña base inicial puede llevar a resultados tan extraordinarios que parecen desafiar la lógica.
Puede ser tan aparentemente ilógico que infravaloremos lo que es posible, de dónde proviene el crecimiento y a qué puede conducir.
Invertir bien no significa necesariamente obtener la rentabilidad más alta, porque los réditos elevados suelen ser un éxito único que no puede repetirse.
Se trata de obtener una rentabilidad bastante buena que pueda mantenerse y que pueda repetirse por el periodo más largo posible.
Es entonces cuando el potencial de la acumulación obra milagros.
Ganar dinero y conservarlo son dos habilidades distintas.
Ganar dinero requiere asumir riesgos, ser optimista y jugártela.
Conservar el dinero requiere lo contrario de asumir riesgos. Requiere humildad y miedo a que puedas perder lo que has conseguido con la misma rapidez.
La capacidad de estar ahí durante mucho tiempo, sin arruinarse ni verse forzado a abandonar, es lo que marca más la diferencia.
Esta debería ser la piedra angular de tu estrategia, ya sea al invertir o al construir tu carrera profesional o tu propio negocio.
Pocas ganancias hay que sean tan espectaculares que merezca la pena arruinarse por ellas.
Quieres conseguir unos beneficios cuantiosos, pero por encima de eso quieres ser inquebrantable en términos financieros.
Y pienso realmente que, si eres inquebrantable, conseguirás los beneficios más cuantiosos, porque serás capaz de seguir ahí lo bastante para que el interés compuesto obre maravillas.
Tu planificas, y Dios se ríe.
La planificación financiera y de inversiones es crucial, porque te permite saber si tus acciones actuales están dentro de un terreno razonable.
Pocos planes, sean del tipo que sean, sobreviven a su primer encuentro con el mundo real.
Si haces proyecciones de tus ingresos, tu índice de ahorro y tu rentabilidad de mercado para los próximos veinte años, piensa en todas las grandes cosas que han sucedido en los últimos veinte años que nadie podía prever: el 11 de Septiembre, un boom y una burbuja inmobiliaria que hizo que casi diez millones de estadounidenses perdieran sus casas, una crisis financiera que hizo que casi nueve millones de personas perdieran su trabajo y, a continuación, un repunte de récord del mercado bursátil y un coronavirus que, en el momento de escribir esto, está sacudiendo el mundo.”
Muchas apuestas fracasan no porque fueran erróneas, sino porque eran en su mayoría correctas siempre que las cosas hubieran salido exactamente como estaba previsto.
Es vital ser optimista con respecto al futuro, pero paranoico ante lo que te va a impedir llegar a ese futuro.
Es necesario ser paranoico a corto plazo para mantenerte vivo lo bastante para explotar el optimismo a largo plazo.
A veces pienso que ningún precio es demasiado alto para que un especulador aprenda lo que impedirá que se le suba el éxito a la cabeza. Muchos chascos de hombres brillantes tienen su origen en que se les subió el éxito a la cabeza (Jesse Livermore)
Cualquier cosa que sea enorme, rentable, famosa o influyente es el resultado de un suceso extremo: un evento periférico de uno entre miles o millones.
La mayor parte de nuestra atención se dirige a cosas que son enormes, rentables, famosas e influyentes.
Puesto que la mayoría de las cosas a las que prestamos atención son el resultado de un suceso extremo, es fácil infravalorar lo raros y poderosos que son dichos casos.
La mayoría de las recomendaciones financieras son sobre hoy ¿Qué deberías hacer ahora mismo?¿Qué acciones parecen una buena compra hoy?
No obstante, la mayoría de las veces el hoy no es tan importante.
A lo largo de tu vida como inversor, las decisiones que tomes hoy o mañana o la semana que viene no importarán tanto como lo que hagas durante los pocos días —probablemente un 1 % del tiempo o menos— en que todo el mundo a tu alrededor se esté volviendo loco.
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